Me da rabia, me doy rabia. Maldito temor, maldito improviso, maldita decisión. Espero con rabia. Me desvanezco de la nada hacia la nada. Solo espero con ojos húmedos, llorosos y rojos. Me canse de mis decisiones, o de la gran mayoría. Siempre dejando la embarrada, o como otros dirían, o la que de verdad debería ir, garabato ese.
Siempre me oculto. Veo como en la micro caen los autos, caen haciéndose mil pedazos de vidrios, como cristales pálidos o más bien transparentes. Los edificios caen, al igual que mis lágrimas. Terremoto, total terremoto, la perdición mía, o el Apocalipsis propio. El día final. Muero…
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