instrucciones para leer escena:

1.- acomodarse
2.- pausar la musica de acompañamiento a no ser de que solo vea el blog
3.- poner la cancion que corresponde segun escena. si en este caso, no hay cancion y solo es titulo, se debe poner la musica de acompañamiento
4.- leer concentradamente

miércoles, 15 de diciembre de 2010

circulo vicioso / jon brion - theme

Bien… no debería haberme sentido así, después de todo me prometí de que estaría feliz por que ella estaría con el. Pero saber que hubieron años y años que no valieron la pena, años que no debí haber intentado y ni siquiera pensado en tal asunto para seguir en la misma posición de siempre y no hacer nada mas que molestarnos de manera amigable e irónica. No es culpa de ella, ni tampoco del nuevo “el”. Menos será culpa del amor que no es ni siquiera un personaje real ni nada por el estilo; el amor solo es y somos NOSOTROS los culpables de tener tales gustos y tales sentimientos frente a diferentes personas… eso es lo que me da rabia.
Me imagino que lo hacen de adrede, con esa justificación de sacarme celos o para molestar y hacerme saber de que la perdí definitivamente. No lo se en verdad, nadie sabe el futuro, y si se sabría seria horrible según mi pensamiento. Por alguna razón, por alguna cosa “del destino” siempre volvía a caer a lo mismo, un ciclo vicioso que giraba siempre entre nosotros. Era cosa de saber que tenía existencia solamente y pensar que esto siempre gira ante los dos: nos conocemos ► nos llevamos bien ► empiezo con el sentimiento ► vergüenza (al menos por mi parte) ► intento de llegar a algo ► enojo ► reconciliación (por ultimo).
Bueno, así fue la última vez. Cada vez se le agregaban mas cosas por que se le buscaba la quinta pata al gato (yo la buscaba). Si, ella no es la culpable, ella solamente es la misma de siempre, la misma hada con flores y mariposas alrededor al estilo Mauricio babilonia pero de color verde. Ella, y su magia incomparable de pooka, su magia única que solamente ella manipula con su “infantilismo”. No creo que despegarme de ella seria perfecto, ni exacto. No creo que tenerle rabia a ella ni a su “señor de cuatro ruedas”. No creo que ellos lo hayan hecho con intensión de haberme molestado… pero de verdad sentí que me lo refregaron en mi cara, y si alguna vez se sienten mal por haberlo leído (te lo hare leer a ti; “nuevo el”), no se sientan así, si no, ríanse, y si quieren en mi cara: soy un total soñador que tiene seguro su futuro (según el) por que el lo desea con su alma y vida. Pero por ende siempre caigo desde muy alto, siempre quedo estampado en el suelo siempre quedo como tapete y pasan sobre mí. Si querida: soy estúpido, no lo parezco ni lo intento. Soy, no serias la primera en decirlo (ni tampoco la ultima que lo dirás). Espero sean felices, sigan viviendo en su casita del árbol, yo no tengo rencores por ninguno de ustedes. Y no se preocupen por mí, que seguiré siendo el mismo a no ser que yo mismo me lo diseñe…

lunes, 13 de diciembre de 2010

la pérdída (2 parte)

Comenzó cuando a teresa, mi madre, siempre le quedaba mirando el mismo muchacho de aspecto jocoso y con una gorra que llamaba la atención. Le quedaba mirando de camino a la universidad. El pasaba al lado de ella y ella caminaba al sentido contrario de él. En principio solo miradas que se escapaban de lo normal, miradas como de aplicación, que pedían y daban atención. Luego el primer hola; ella caminaba como perdida. Ya se había dado cuenta de las miradas entre coquetas que le mandaba él a sus ojos. El, entonces, de la nada, de lo blanco y sin escribir, escribe hola. No era cualquier hola, era un hola reducido a lo mínimo posible y que le acompañaba una rutina que por primera vez salía a flote de la comunicación. Ese día lo recuerdo perfecto, cuando volvió de la universidad y ella saltaba, gritaba y enloquecía por que el chico le había saludado. Pero a pesar de tal necesidad de comunicación que había entre ellos, ella seguía como con miedo a que fuera un sicópata, un violador, o quién sabe si es un extraterrestre. Por tercero, hablaron de los gustos, no se espero más de un día después de haberse recién comunicado verbalmente. Todo comenzó cuando él le dijo: “hola, soy Ricardo”, y ella le contesto con su típico “yo, teresa” como si le faltara un poco mas de conocimiento lingüístico para hablar que solo aparentaba el de un cabernero de la época anterior a la de Cristo.
Así fue como después se conocieron, se hicieron amigos, salieron (qué sé yo si a la esquina o una cita romántica en un restaurant de lujo), se conocieron más a fondo y etcétera. Nadie supo sobre él, nadie. Y no bastaron ni dos semanas para que ya estuvieran pololeando como si se conocieran desde que sus madres les dejaban estar solos en la piscina, desnudos, cuando eran niños de tres años. Lo más extraño de todo esto es que era una relación que se hablaban y se disponían a hacer sus planes en la mañana cuando cada uno iba a la universidad, ahí se manejaba todo el cerebro de la relación.
Un día, llego teresa con Ricardo a la casa, un día sábado. Ella siempre hablaba de su pololo y de cómo era y todo lo que le gustaba, lo típico que dicen las pololas de sus pololos cuando se aman llegando al vicio de lo imposible. Y cuando Ricardo llego a la casa, José, su hermano de 14 años, les abrió la puerta de entrada. Teresa lo presento y se conocieron. José grito hacia la cocina para avisarle a su madre que había llegado Ricardo. Mi abuela, Florencia, les grito: “vengan a la cocina, que estoy ocupada”. Ellos caminaron a la cocina. José le pregunto: “¿Cuál es tu nombre completo?” como si ya le hubiera conocido hace tiempo. “Ricardo Gonzalo Villalobos Manríquez”. A José le quedo sonando en su boca su apellido materno, y es que calzaba con el de los dos hermanos ahí presentes.
José les abre la puerta de la cocina, y teresa con Ricardo detrás. Florencia, mi abuela, sacaba su pie de limón del horno, “hace tiempo que aquí se le quiere conocer, pues. ¿Cómo dijo que se llamab…?” y al voltearse se da cuenta que no era ni un sicópata, ni un violador, ni un extraterrestre, sino que su hijastro Ricardo, hijo de Pamela, su hermana, con su esposo, Emiliano, en un escaparate de presión.
Así. Lo demás se puede imaginar. Esta historia es tan típica como la sal: teresa se queda con Ricardo y se van al lugar más lejos pero alcanzable a vivir juntos y quedarse viviendo para siempre “donde el amor nunca sea tapado por la maldita tierra familiar” que fue lo último que se le escucho a los enamorados que lo gritaron con furia antes de haber hecho una grieta en la puerta con un golpe. Luego, después de haberlo pensado un montón de veces, decidieron tener un hijo. Pero lo más extraño de todo, porque es común cuando dos personas de sangres iguales que tienen hijos salgan con ciertos problemas al cuerpo (o al menos eso se dice), lo más extraño de todo es que yo no naci con una deficiencia o algo negativo, una cola de cerdo por ejemplo que los Buendía siempre pensaban, si no con una maldita bacteria que a comienzos de mi vida no hacía nada en mi cuerpo más que correr por mi torrente sanguíneo como si ya fuera dueña del. Pero a los 14, cuando todos estábamos seguro de ningún problema de mi salud, me quede tal cual como llegue. Así hasta los años en que llegara; como una chica de 14 años. La bacteria estaba funcionando y renovaba mi cuerpo a cada momento.
Un científico me saco sangre a los 20, cuando se descubrió que aun tenía el cuerpo de una de 14, para una transfusión a una vieja cuica que estaba vuelta loca por nunca envejecer. Lo malo es que a los 13 años y 11 meses después murió de un ataque cardiaco, era demasiado vetusta como para recibir tal grado de juventud en su sangre. Luego me pedían muestras de sangre cada un año para revisarla que estuviera en buen estado. Y muchas de esas muestras eran saqueadas por estúpidos que querían nunca envejecer pero que no tenían resultados positivos al ocuparla.

martes, 7 de diciembre de 2010

la pérdída (1parte)

El viento, era como si nunca lo hubiera visto correr. El cielo; un color azul fuerte como de noche/día. Yo, sentada en mi silla de totora en el cerro, veía como las imaginaciones gigantes caminaban en el cielo con sus cuerpos negros y lentos, languidecían en lo extremo del cielo. Era como estar en una substancia gigante, la manera en que sucedían las cosas, una cámara lenta continua de cuarto de segundo en tan solo uno. Yo, me comía con la vista la manera en que los seres hacían su marcha, su parada, su festival de sombras que se esparcían y deshacían en la ciudad. Las hojas cafés caían a la velocidad más lenta que habían visto, al igual que las lágrimas.
Una vez se fue la gelatina gigante que acompañaba a las quimeras obscuras, las cosas parecían rápidas. Tan rápidas que me sentía atropellada por el tiempo, destrozada sangrientamente por el tiempo, despedazada, cortada. A pesar de todo, las lágrimas no se quedaron en ese ambiente lento y espeso. Las lagrimas por alguien a quien odiar por toda la vida.
Mi casa era la última que sobrevivió a la soledad del pueblo. Mi casa es la más antigua del pueblo. Pensar que solo yo fui la que me quede estancada como fuera del tiempo y del lugar. Quede perdida, sin nombre incluso. Mi familia siempre la deteste, la deteste por haberme heredado tal inmortalidad maldita y detestable, y con ínfima ironía como era la última que quedaba de todos y miraba hacia abajo como de a pocos iban muriendo, morían, moría como persona.